La introspección proveniente del latín «introspicere», se traduce como mirar en el interior o inspección interna y designa la idea de mirar al interior.
Esto significa que la persona que la practique pueda observarse y analizarse a sí mismo, interpretando y caracterizando sus propios procesos cognitivos y emotivos.
Dicho en otras palabras: La introspección es examinar y reflexionar sobre nuestros propios sentimientos y pensamientos internos.
Existen dos tipos de introspección:
- Autorreflexión: es la forma positiva de introspección a través de la cual atribuimos significados e importancia a nuestros pensamientos y acciones, aceptando y aprendiendo de nuestros errores y aumentando la autoconciencia.
- Autorumiación: es la forma negativa de introspección, donde la persona se obsesiona con sus defectos, duda de sí misma y su autoestima se ve mermada.
¿Y para qué sirve la introspección?
Es tan sencillo y obvio que resulta complejo. Pues la introspección sirve para responder a las preguntas más importantes de la vida: ¿Quién eres? ¿Qué quieres hacer con tu vida? ¿Qué sentido tiene tu existencia? ¿Cuál es la verdad que hay en tu corazón?
Las grandes preguntas de la vida, que muestran cuestiones filosóficas solo pueden responderse desde la profundidad que surge del diálogo contigo mismo.
Para cultivar la introspección contigo mismo tienes que buscar tiempo para estar a solas contigo y disfrutar de tu propia compañía en planes agradables.
El ser humano es social e individual al mismo tiempo. Para conectar en la relación con los demás, tienes que cultivar también la relación contigo mismo con paciencia, cariño y respeto. Eres un ser único e irrepetible, tomate tu tiempo para conocerte.
El miedo a lo desconocido puede ser una piedra que nos bloquee diferentes caminos, por eso la importancia del autoconocimiento. Puede que encuentres algunas situaciones, recuerdos o emociones que te puedan provocar temor, pero la recompensa de conocerse a sí mismo es grandiosa.
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