Normalicemos que está bien sentirse mal por cualquier cosa para que se normalice poder hablar de nuestras emociones. El 10 de septiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, y a razón de ello, el siguente artículo.
Hablar del suicidio siempre ha sido un tabú, todos saben que existe pero nadie se percata de que puede estar en cualquiera de nuestros seres queridos.
Les da tanto miedo hablar de él que evaden el tema en cuanto escuchan que alguien tiene ideas suicidas. Tachan de inmaduro al que dice que se siente con ganas de morir. Y peor aún, al hombre le dicen que no puede llorar porque es cosa de niñas.
En México durante el 2016 ocurrieron 6,291 suicidios, que equivalen a 5.1 suicidios por cada 100,00 habitantes.
De ese total, Chihuahua y Yucatán duplican la tasa nacional con 11.4 y 10.2 suicidios por cada 100,000 habitantes, respectivamente.
Además, ocho de cada 10 suicidios ocurridos durante 2016 fueron cometidos por hombres.
Es decir, 5,116 de los 6,291.
Escuchar a tus seres queridos es importante. La mayoría de los menores de edad puede que en algún momento piensen en el suicidio (ideación suicida). A través de conductas conflictivas transmiten su estado mental atormentado.
Una mala comunicación entre padres e hijos puede no ser la razón, pero sí un factor importante para ayudar al adolescente en cuestión.
Hablar del suicidio no significa preocupar a tus seres queridos. Hablar del suicido implica la búsqueda de ayuda, porque todo tiene solución y juntos podemos salir adelante. Hablar del suicidio es hablar de prevención.
En relación con la edad, en los jóvenes de 20 a 29 años se presentan las tasas más altas de suicidios. Entre las causas que se presentan en este grupo de población se encuentran los problemas familiares, amorosos, depresión y ansiedad, el abuso de alcohol y drogas, entre otras, intensifican la búsqueda del suicidio
Escuchar las amenazas y darles su lugar es darle la seriedad que se merece. Cualquier declaración verbal o escrita que diga “Me quiero morir”, o “Ya no me importa nada”, “No le encuentro sentido a la vida”, “Quiero dejar de vivir”, debe considerarse con seriedad.
En ocasiones la expresión no es una amenaza de suicidio, en realidad es un llamado desesperado pidiendo ayuda. Aunque esto sea cierto en muchos casos, ¿para qué cometer riesgos en poner a dudar si es real o no?
Normalicemos hablar de lo que sentimos. Sea felicidad o tristeza todos queremos y necesitamos un hombro de apoyo.