Quien sepa amarte
podrá distinguir las diferencias
entre pronunciar tu nombre
y un sismo con epicentro en tus labios.
Ya predecía una catástrofe
cuando te supe tan mía
que el universo receló
y colapsó en nuestra contra.
Su condena fue
alejarte
dejar un amor perpetuo
inconcluso
y aunque tibio
siempre arde como si el mundo estuviera
en llamas.
Por lo pronto
seremos un par de amorosos
desterrados
olvidados
resistiendo al bucle
del tiempo.
No sé que le debemos al destino
o qué romance habrá tenido contigo
su venganza no es para nada fría
porque arde tal cuál incendio
cuando devora
cuando me consume
y termina reduciéndome a cenizas.
Tal vez se enamoró de tu pelo
y de las olas que se forman
cuando despiertas.
Quizá fue tu boca
que tiene mejor sonrisa que el brillo de tus ojos
porque los dos somos débiles
ante cualquier movimiento de tu lengua
sobre ellos.
Probablemente
es el sabor a libertad
que resbala por tus poros cuando caminas
cuando te desnudas y te sabes más tuya que de nadie
porque si alguien te conoce mejor que yo
son tus manos.
¡Qué dichosas ellas de poder tenerte!
¡Y qué descaro el tuyo, mujer!
¡Aquel de tocarte y no saberte deliciosa!
Por eso te amo como te lo mereces.
porque a la suerte de la vida
le hemos dejado el camino libre
para que elija sobre nosotros
permitiéndole que se vengue sobre nosotros
en lugar de ir y venir(nos) juntos.
Y que esa sea nuestra dulce venganza.
Los dos
burlando la suerte y el destino
y amando cada poro de nuestra piel
siendo uno del otro.
El problema es que antes de que te fueras
ya tenía un montón de excusas
para hacerte regresar.
Cuando te veo
las pupilas se me dilatan
mi boca se hace agua
y mejor ahí la paramos
porque el frío hace estragos
cuando tú no estás.
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