Te voy a amar
hasta que las aves canten tu nombre
y las hojas de los árboles caigan a tus pies
esperando tu llegada.
Hasta que los reencuentros
sean temporales
un domingo por la mañana
o un jueves a media noche
como si tu espalda no fuera motivo suficiente
para desvelarse.
A estas alturas
-de tus hombros-
ni el café hace tantos estragos
pero tú sí
como en esta noche de insomnio
todo me sabe a ti
y las almohadas ya saben tu nombre
te recuerdan con cariño
ellas también sienten
que les faltas tú.
Yo solo sé que te amo
como se aman a las mujeres
que insultan al tiempo
vistiéndose poesía
paseando con el alma desnuda
rimando a media luna.
Acaricio los segundos
estirándolos para convertirlos en minutos
escribiéndote se ha convertido
en la mejor manera de extrañarte
sin pecar de necio
por volverte a ver.
Y es que sentir tus dedos
ha sido la mejor manera
de recordarte que no eres un momento
que siempre que te vas
te llevas un poco de mí
y cuando regresas
todo el mundo me sabe a ti
llegas siendo todo
y te amo como si nada.
Sin ninguna pena
mas que la de ansiarte
un segundo después de que te fuiste.
Apenas huiste
y te fuiste prófuga
con un montón de besos en tu cara
una maleta cargada de mí
y con mis dedos en tu cabello.
El reloj harto de mí
se detuvo
y ahora ya no marca las horas
si no los besos que te he esperado
y en el calendario ya no caben los días
ni las festividades
aquí todos los días son lunes
esperando a que sea domingo
para volver a ti.